domingo, 3 de abril de 2016

Narracion de Quien se llevo mi Queso 4

El movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso Nuevo 

Haw miró hacia el oscuro pasadizo y percibió el temor que sentía. ¿Qué habría allá delante? ¿Estaría vacío? O, lo que era peor, ¿le acechaban peligros ignotos? Empezó a imaginar todas las cosas aterradoras que podían ocurrirle. Él mismo se infundía un miedo mortal. Entonces, se echó a reír de sí mismo. Se dio cuenta de que sus temores no hacían sino empeorar las cosas. Así pues, hizo lo que haría si no tuviera miedo. Echó a caminar en una nueva dirección. Al iniciar el descenso por el oscuro pasadizo, sonrió. Todavía no se daba cuenta, pero empezaba a descubrir qué era lo que nutría su alma. Se dejaba llevar y confiaba en lo que le esperaba más adelante, aunque no supiera exactamente qué era. Ante su sorpresa, Haw empezó a disfrutar cada vez más. “¿Cómo es posible que me sienta tan bien? –se preguntó-. No tengo Queso alguno y no sé a dónde voy.” Al cabo de poco tiempo, supo por qué se sentía bien. Se detuvo para escribir de nuevo sobre la pared: 


Cuando dejas atrás tus temores, te sientes libre. 

 Haw se dio cuenta de que había permanecido prisionero de su propio temor. El hecho de moverse en una nueva dirección lo había liberado. Ahora notó la brisa fría que soplaba en esta parte del laberinto y que le refrescaba. Respiró profundamente y se sintió vigorizado por el movimiento. Una vez superado el miedo, resultó que podía disfrutar mucho más de lo que hubiera creído posible. Haw no se sentía tan bien desde hacía mucho tiempo. Casi se le había olvidado lo muy divertido que podía ser lanzarse a la búsqueda de algo. Para mejorar aún más las cosas, empezó a formarse de nuevo una imagen en su mente. Se vio a sí mismo con gran detalle realista, sentado en medio de un montón de sus quesos favoritos, desde el cheddar hasta el brie. Se imaginó comiento tanto queso como quisiera y se regodeó con esa imagen. Luego, pensó en lo mucho que disfrutaría con estos exquisitos sabores. Cuanto más claramente concebía la imagen de sí mismo disfrutando con el Queso Nuevo, tanto más real y verosímil se hacía ésta. Estaba seguro de que terminaría por encontrarlo. Escribió entonces:


 Imaginarme disfrutando de Queso Nuevo antes incluso de encontrarlo me conduce hacia él.


Haw siguió pensando en lo que podía ganar, en lugar de detenerse a pensar en lo que perdía. Se preguntó por qué siempre le había parecido que un cambio le conduciría a algo peor. Ahora se daba cuenta de que el cambio podía conducir a algo mejor. “¿Por qué no me di cuenta antes?”, se preguntó a sí mismo. Luego, siguió caminando presuroso por el laberinto, infundido de nueva fortaleza y agilidad. Al cabo de poco tiempo distinguió un depósito de Queso y se sintió muy animado al observar pequeños trozos de Queso Nuevo cerca de la entrada. Encontró tipos de Queso que nunca había visto con anterioridad, pero que ofrecían un aspecto magnífico. Los probó y le parecieron deliciosos. Se comió la mayor parte de los trozos de Queso Nuevo que encontró y se guardó unos pocos para comerlos más tarde y quizá compartirlos con Hem. Empezó a recuperar su fortaleza. Entró en el depósito de Queso sintiéndose muy animado. Pero, para su consternación, descubrió que estaba vacía. Alguien más había estado ya allí, dejando sólo unos pocos trozos de Queso Nuevo. Llegó a la conclusión de que, si hubiera llegado antes, muy probablemente habría encontrado una buena provisión de Queso Nuevo. Decidió regresar para comprobar si Hem se animaba a unirse a él en la búsqueda de Queso Nuevo. Mientras volvía sobre sus pasos, se detuvo y escribió en la pared:


Cuando más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el Queso Nuevo. 

 Al cabo de un rato, Haw inició el regreso al depósito de Queso Q y encontró a Hem, a quien ofreció unos trozos de Queso Nuevo, que este rechazó. Hem apreció el gesto de su amigo, pero le dijo: -No creo que me vaya a gustar el Queso Nuevo. No es a lo que estoy acostumbrado. Quiero que me devuelvan mi propio Queso, y no voy a cambiar hasta que no consiga lo que deseo. Haw se limitó a sacudir la cabeza con pesar, decepcionado. Algo más tarde, de mala gana, volvió a marcharse solo. Mientras regresaba hasta el punto más alejado que había alcanzado en el laberinto, echó de menos a su amigo, pero esos pensamientos desaparecieron en cuanto se dio cuenta de lo mucho que le agradaba lo que estaba descubriendo. Antes incluso de encontrar lo que confiaba fuese una gran provisión de Queso Nuevo, si es que la encontraba alguna vez, ya sabía que no era únicamente el tener Queso lo que le hacía sentirse tan feliz. Se sentía feliz por el simple hecho de no permitir que el temor dictaminara sus decisiones. Le gustaba lo que estaba haciendo ahora. Consciente de ello, Haw no se sintió tan débil como cuando estaba en el depósito de Queso Q, sin Queso. Experimentó la sensación de tener nuevas fuerzas por el simple hecho de saber que no iba a permitir que su temor le detuviera, y que había tomado una nueva dirección, alimentado por ese conocimiento. Ahora, estaba convencido de que encontrar lo que necesitaba sólo era cuestión de tiempo. De hecho, tuvo la impresión de haber descubierto ya lo que andaba buscando. Sonrió al darse cuenta:

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